No sé cuándo empezar a contar los días, a veces se debe detener el tiempo y contar lo que nos cuentan.
Hoy, un día simple. Mi participación en el movimiento comenzó hace cinco meses, luego del tiempo, luego de la soledad y cinco meses, el período de incertidumbre crece, me muevo entre cuchitriles.
Siguen contando los días, las noches no apacibles avanzan.
Queda cierta luz, la espera de algo que puede ser y ni siquiera tiene forma. Tantas personas movidas por necesidad, tanta hambre como desempleo, todo fluye, se mueve. Sin embargo nada avanza, permanecen estáticas las funciones, pero las historias siguen flotando sueltas . es de momento lo que hay. En este lugar, gente que entra y sale, que se mira a la cara, no se conoce ni un poco y cambia, camina, tras el tiempo que cada día apresura la marcha.
No hay mucho por hacer, la necesidad, la existencia de algo, que puede ser seguro, nos convierte en borregos, caminamos en esa dirección porque todos van hacia allá, somos carne también, muertos que esperan la hora, vivos que desesperan, mas no se mueven, gritos internos y plegarias no escuchadas .
La vida, la pena de este lento vaivén que insiste en perseguirnos, el llanto que ahoga y camina en el rostro de esa chica que añora el hogar, debe seguir su andanza. El rostro duro del hombre que sigue dando consejos con aires de lider grupal, la señora joven que tiene una aventura, el padre joven, sin mujer y sin hijo, aun piensa que la vida y sus cosas llegarán hasta donde él aguarda sentado, el chico superficial con dieta de carbohidratos, pensamiento machista y rostro de galán; la madre que sólo es madre, el sobreviviente de cáncer que busca una segunda oportunidad, la mujer madura que es madre, tía, maestra, ama de casa, hija, hermana y sigue llevando el rostro de alguna forma vulnerable y jodida también.
El señor que por las noches es ayudante de cocinera (su esposa) y vende cena en la cochera del hogar. El sol incesante, el año más caliente, la ciudad en crecimiento, nos arrugan el rostro y nos cuelgan la barriga, parece como si esto no tuviera fin.
Sigue el entrar y salir de almas, satán se cubre el rostro y no cambia almas por deseos, ha entrado en crisis, de vez en cuando regala empleos, no sin antes divertirse con las ovejas.
Incertidumbre. La piel se mancha, las manos sangran de alguna manera. Curtidos por el sol los rostros, mueren cada día.
Se desordenan las pasiones y el vaivén sigue marcha al horizonte.
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